Objetivo de aprendizaje
Comprender el concepto de salud como un estado dinámico de equilibrio físico, mental y social, así como las principales condiciones que alteran este balance, dando origen a la enfermedad.
1. ¿Qué significa realmente “estar sano”?
A lo largo de la historia, la idea de salud ha evolucionado desde una visión limitada —como simple ausencia de enfermedad— hasta una concepción mucho más amplia, donde el bienestar se entiende como un estado de equilibrio integral entre cuerpo, mente y entorno (Organización Mundial de la Salud, 2025).
En el contexto médico actual, salud no implica perfección, sino la capacidad del organismo para adaptarse a los cambios y mantener su estabilidad interna (homeostasis). Esta capacidad de adaptación depende de múltiples factores: la genética, la alimentación, el entorno social, el acceso a la atención médica y los hábitos de vida.
Como señala Higashida Hirose (2021), el ser humano es un sistema complejo donde cada decisión —desde lo que comemos hasta cómo dormimos o gestionamos el estrés— influye directamente en nuestro estado de salud.
2. El equilibrio entre cuerpo y entorno
La salud puede entenderse como un equilibrio dinámico entre el organismo y su medio ambiente. Factores biológicos (como la edad o la herencia), ambientales (como la calidad del aire o el agua) y sociales (como el acceso a la educación o los servicios médicos) interactúan constantemente.
Cuando este equilibrio se rompe, se inicia un proceso que puede culminar en enfermedad. Fortoul (2017) explica que los tejidos y órganos responden a las alteraciones mediante mecanismos de compensación; si estos fallan, se producen síntomas o signos clínicos detectables.
3. La enfermedad: más allá de los síntomas
La enfermedad se puede definir como la pérdida parcial o total de la capacidad del cuerpo para mantener su equilibrio funcional. No obstante, este concepto va más allá de un diagnóstico médico: implica también una experiencia personal y social.
Por ejemplo, dos personas con la misma condición pueden experimentar la enfermedad de manera distinta según su entorno, emociones o red de apoyo. En este sentido, Saladin (2013) y Tortora & Derrickson (2018) destacan que el estudio de la anatomía y fisiología humanas permite comprender cómo las alteraciones microscópicas o sistémicas se traducen en signos clínicos, pero también cómo las intervenciones preventivas pueden restaurar el equilibrio.
4. Prevención y autocuidado: las claves del futuro médico
El profesional de la salud no solo trata enfermedades, sino que promueve estilos de vida saludables y actúa antes de que aparezcan los problemas. Esta visión preventiva está en el corazón de la medicina moderna y de la salud pública.
En el contexto preuniversitario, aprender sobre salud implica desarrollar pensamiento crítico: reconocer factores de riesgo, interpretar datos clínicos y valorar la influencia del entorno en el bienestar humano.
Como resalta la Organización Panamericana de la Salud (MOPECE, 2001), entender la salud desde una perspectiva comunitaria permite al futuro médico ver al paciente no como un caso aislado, sino como parte de un sistema que incluye familia, comunidad y ambiente.
5. Aplicación práctica: el pensamiento clínico comienza aquí
Durante esta lección, practicarás la identificación de parámetros normales de salud (temperatura, presión arterial, frecuencia cardíaca) y aprenderás a razonar clínicamente para detectar cuándo un signo se encuentra fuera de los límites fisiológicos.
A través de simulaciones tipo examen y ejemplos guiados, podrás aplicar el razonamiento diagnóstico que caracteriza a los futuros estudiantes de medicina.
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